Esta semana, el mundo de la fotografía lamenta la pérdida de una de sus más ilustres figuras: Sara Facio. Con una carrera que abarca más de seis décadas, Facio dejó una huella indeleble en la fotografía latinoamericana, no solo por su talento y visión única, sino también por su dedicación a capturar y preservar la cultura y la historia de Argentina y de todo el continente.
Nacida el 18 de abril de 1932 en Buenos Aires, Argentina, Sara Facio mostró desde temprana edad un interés profundo por las artes visuales. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde se especializó en pintura y escultura antes de encontrar su verdadera pasión en la fotografía. Fue durante sus años de formación cuando conoció a otros artistas que influirían profundamente en su obra, como Annemarie Heinrich, una reconocida fotógrafa de origen alemán radicada en Argentina, quien se convirtió en su mentora.
Facio comenzó su carrera profesional en la década de 1950, un periodo marcado por cambios políticos y sociales en Argentina. Su obra inicial se centraba en el retrato, un género que dominó con maestría a lo largo de su vida. Sin embargo, fue en la década de 1960 cuando su carrera despegó realmente, gracias a su capacidad para capturar la esencia de sus sujetos con una sensibilidad y profundidad excepcionales.
Legado fotográfico de Sara Facio.
Entre sus trabajos más famosos se encuentra la serie de retratos de escritores latinoamericanos, una colección que incluye imágenes icónicas de figuras como Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, y Gabriel García Márquez. Estas fotografías no solo son técnicamente impresionantes, sino que también revelan la personalidad y el espíritu de sus sujetos de una manera que pocos fotógrafos han logrado.
Uno de los retratos más emblemáticos de esta serie es el de Cortázar, tomado en París en 1967. En esta imagen, el escritor aparece relajado, con una expresión que mezcla serenidad e introspección, capturando la esencia de su carácter y su genialidad literaria. Este retrato no solo se convirtió en una de las imágenes más reconocidas de Cortázar, sino también en una de las más reproducidas en el mundo literario.
Aunque muchos conocen a Facio por sus retratos de escritores, su obra es mucho más diversa. En la década de 1970, trabajó en un proyecto documental titulado "Humanario", junto con el fotógrafo argentino Alicia D'Amico y el poeta y ensayista argentino Juan Gelman. Este proyecto se centraba en la vida de los pacientes en el Hospital Psiquiátrico Borda de Buenos Aires, y ofrecía una mirada cruda y sin adornos a la realidad de los internados en instituciones mentales de la época. "Humanario" es un testimonio potente de la empatía y el compromiso social de Facio, mostrando su capacidad para abordar temas complejos y sensibles con una perspectiva humanista.
Otro proyecto menos conocido pero igualmente significativo es su trabajo sobre la vida cotidiana en los barrios populares de Buenos Aires durante las décadas de 1980 y 1990. En estas series, Facio capturó momentos íntimos y cotidianos, mostrando la belleza y la dureza de la vida en estos entornos con una sensibilidad única.
Su Visión y Estilo
La obra de Sara Facio se caracteriza por una búsqueda constante de la verdad y la autenticidad. Sus retratos, por ejemplo, no solo buscan capturar la apariencia externa de sus sujetos, sino también su esencia interna. Facio creía firmemente en la capacidad de la fotografía para revelar aspectos ocultos de la humanidad y la sociedad, y esta creencia guió toda su carrera.
En una entrevista con el diario Clarín en 2012, Facio explicó su enfoque: "La fotografía es un espejo, pero también una ventana. Refleja lo que somos y lo que vemos, pero también nos permite mirar más allá de lo evidente, explorar lo desconocido." Esta filosofía se refleja en toda su obra, desde sus retratos de escritores hasta sus proyectos documentales.
A lo largo de su carrera, Facio recibió numerosos premios y reconocimientos, tanto en Argentina como en el extranjero. En 1999, fue galardonada con el Premio Konex de Platino en Artes Visuales, y en 2009, recibió el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes. Sin embargo, su legado más duradero es su influencia en generaciones de fotógrafos latinoamericanos y su contribución a la preservación de la cultura visual de la región.
Facio también fue una prolífica escritora y editora, cofundando la editorial La Azotea, especializada en libros de fotografía. A través de esta editorial, publicó numerosas monografías y colecciones que han ayudado a difundir y conservar la obra de otros fotógrafos latinoamericanos.
En sus numerosas entrevistas, Facio siempre se mostró reflexiva y comprometida con su arte. En una conversación con la revista Ñ en 2015, afirmó:
"La fotografía es una forma de amor y de lucha. Amor por lo que vemos y queremos preservar, y lucha por lo que queremos cambiar y mejorar." Esta declaración encapsula su enfoque apasionado y su dedicación a usar la fotografía como una herramienta de cambio social y personal.
Sara Facio deja un legado impresionante que continuará inspirando a fotógrafos y artistas de todo el mundo. Su capacidad para capturar la esencia de sus sujetos, su compromiso con la verdad y la justicia social, y su pasión por la fotografía como medio de expresión artística y documental, la convierten en una figura inmortal en la historia de la fotografía latinoamericana.
Hoy, recordamos a Sara Facio no solo como una gran fotógrafa, sino como una visionaria que supo ver y mostrar el mundo con una claridad y una profundidad excepcionales. Su obra nos recuerda la importancia de la empatía, la verdad y el compromiso social, valores que seguirán guiando a futuras generaciones de fotógrafos y artistas.
Descanse en paz, Sara Facio. Tu legado perdurará en cada imagen y en cada corazón que tocaste con tu arte.
Comentarios