Esta ocasión les traemos la colaboración de Dorian Gabriel a través de su artículo sobre colorización de filmes y fotogramas en blanco y negro. En este artículo nos encontramos con un ejercicio de colorización que ha podido apoyar su propio proceso creativo tanto a nivel profesional como personal.
Autor: Dorian Gabriel
Edición de texto: Karina Rivera López
Surge una pregunta
A raíz del confinamiento han surgido ciertas necesidades para quienes dedicamos nuestro tiempo a la realización de obras visuales como fotografías o cortometrajes.
Sin importar el medio o plataforma, todos hemos estado en esa búsqueda constante de actividad. En mi caso, por ejemplo, he podido otorgarle a los días de cuarentena, una pasividad forzada que ha consistido en detener el ritmo vertiginoso de capturar imágenes, al cual, la rutina previa nos había moldeado. Durante estos momentos, también he tenido la oportunidad de dedicar un poco más de tiempo a mi tesis de grado de la carrera de cine (Universidad de Cuenca). Entonces, a partir del descanso y mi tesis, surgió una interrogante en mí vinculada a la colorización de los metrajes antiguos.
Esta pregunta surgió luego de que encontrara el film Danse Serpentine una película en blanco y negro de 1897 realizada por los hermanos Lumiere, también conocidos como “los inventores del cine”, junto a la bailarina Loie Fuller. La “danza serpenteante” -como se conoció en ese entonces- se convirtió en un tema frecuente en las primeras películas ya que destacó la capacidad del nuevo medio para retratar el movimiento y la luz. En otra versión muy conocida de este estilo de danza, denominada “Annabelle Serpentine Dance” de Edison Studios, participa la célebre bailarina de Broadway Annabelle Whitford, de allí su nombre. El origen de este metraje es también en blanco y negro. Tanto los filmes realizados por los hermanos Lumiere como el realizado por Edison Studios, poseen una peculiaridad que llama la atención. Las grabaciones de las bailarinas frente a la cámara, moviendo los pliegues de su largo vestido, cambian de color constantemente, algo poco común para la época.
Si lo miramos desde la actualidad, podríamos pensar que estos filmes siempre tuvieron color; sin embargo, la historia nos demuestra que no. La colorización de los metrajes trata de una técnica manual donde los cineastas pintaban a mano cada cuadro de la película. De esta manera, los frames o fotogramas, de origen en blanco y negro, cobraban color. Fue aquí cuando me pregunté ¿De dónde surgió la necesidad del color?, ¿por qué esos colores en específico?, ¿los cineastas recreaban lo que veían o acaso era un uso con fines expresivos?. Al igual que los hermanos Lumiere, muchos otros cineastas produjeron sus propias versiones del film, distribuyendo impresiones que habían sido teñidas con color a mano sobre un film que podía producirse solamente en blanco y negro.
La sorpresa del pasado y el presente
Todo el contexto anterior me llevó a buscar una manera alterna de comprender cómo el color afecta la percepción de una obra o una imagen. Para ello, estudié y analicé el trabajo del fotógrafo estadounidense Alex Webb, uno de los expertos más reconocidos por su trabajo con el color y considerado uno de los documentalistas más influyentes en las últimas décadas.
Una característica destacable de su trabajo es el éxito de encontrar contrastes de color en el caos de la calle, como lo demuestra una de sus fotografías más famosas titulada “Grenada”, de 1979. Si un fotógrafo como Webb se viera en un dilema de composición (color o blanco y negro) como el que ofrece la situación que vemos en esta fotografía, ¿habría afectado el resultado si se retiraba todo el color de esta imagen? ¿transmitiría lo mismo?
La respuesta lógicamente es no, puesto que el color es un elemento narrativo y expresivo que funciona a la par del resto de elementos como lo muestra el encuadre de esta fotografía.
Retirar el color de una fotografía es una acción asimilada por la mayoría de nosotros, basta con pasar la imagen por alguna aplicación, software o aplicar algún filtro. Pero, ¿qué pasaría si invertimos ese proceso?
Para tener una aproximación a dicho proceso me propuse seleccionar dos fotogramas que originalmente fueron realizados en blanco y negro para devolverles su color mediante el uso de Photoshop, de dos películas producidas en los últimos dos años y que alcanzaron gran popularidad: The Lighthouse de Robert Eggers (2020) y Roma de Alfonso Cuarón (2019).
Ambas películas fueron estructuradas de una manera poco convencional; es decir, si éstas hubieran sido rodadas a color y con las técnicas y herramientas actuales, hubieran sido planeadas y pensadas de otra manera, es por eso que tienen un cuidado y tratamiento diferente en los detalles, colores, equipos utilizados y planos de grabación. Pensar en su colorización, nos exige otro tipo de trabajo y análisis. Después de realizar la selección de las películas, escogí algunas características que me permitieron analizar su ambientación y contexto. Por ejemplo, en ambos casos, estas obras fueron rodadas y grabadas con antiguos carretes fílmicos; por ello el color y textura de las imágenes debían tener las características de uno basado en la profundidad y personalidad que ofrece el material fílmico y no aparentar o recuperar un color como si la película hubiese sido grabada en los medios digitales actuales.
Luego de analizar el tipo de formato de las películas pasé a estudiar el tono de las escenas, en este ejercicio me fueron de ayuda algunos conocimientos en el área cinematográfica como el concepto de Mise en Scene (término acuñado en Francia que significa puesta en escena), que comprende los elementos disponibles dentro de una realización cinematográfica o teatral para aportar a la narración como la interpretación, el diseño de producción, sonido, iluminación, y por supuesto la fotografía.
Con este último elemento, me propuse describir el trabajo que realicé en los dos fotogramas seleccionados de las películas antes nombradas. En la primera imagen, tomada de la película The Lighthouse de Robert Eggers (2020), uno de los elementos narrativos que llama la atención a primera vista es un personaje (hombre) que tiene una mirada de preocupación o duda y la dirige hacia afuera de la ventana.
Este personaje en su primera aparición usaba un abrigo lo que demuestra que el entorno es frío. Sin embargo, por la luz del día, el color azul no sería el más adecuado para predominar la escena. Si nos fijamos en el entorno, se observan tres posibles fuentes de luz: una ventana a la izquierda (fuente 1), otra ventana al fondo (fuente 2) y una lámpara a la derecha del cuadro (fuente 3). De estas tres, la fuente 1 es nuestro key light (luz principal) porque nos muestra la dirección de la luz y la fuerza con la que cae sobre nuestro personaje. La fuente de esa luz, que es el sol, está lo suficientemente nublada para no crear tanto contraste, lo que determina la cantidad de amarillo que podría estar interviniendo desde ese lado. La fuente 2 (la ventana del fondo) tiene una difuminación de la luz por la cortina la cual funciona como un relleno. Esto me permitió darme cuenta que no afectaría mucho el color del piso. Por último, la fuente 3 que está apagada, se involucra en la interpretación del color dentro del espacio por su material y ubicación en la lectura de la imagen.
Una vez definidos y segmentados los elementos de luz y la determinación del protagonista dentro de la imagen, el siguiente paso fue seleccionar los tonos correctos de piel y cabello, madera, metal y telas que son los elementos que se encuentran dentro del espacio.
A partir de aquí, el camino fue un juego de prueba y error para encontrar los colores indicados. Para ello preferí usar capas separadas en Photoshop para cada una de las gamas de colores. Cada una de ellas era una capa de degradado en la cual escogí un color, y en cada extremo de la barra de degradado coloqué el parámetro “luminancia” de ese color en la posición más baja y en el otro extremo en la posición más alta que quisiera ocupar. Este proceso lo repetí con cada uno de los colores para las diferentes texturas o elementos, modificando si no me agradaban. Después de encontrar los colores cambié el modo de fusión de la capa a luz suave (en el caso de texturas como piel y telas), mientras que para madera o metal el modo de fusión fue superposición, tras lo cual creé una máscara de capa invertida para ir pintando sobre cada objeto en específico.
Finalmente, este fue el resultado. En este caso preferí el dominio de los colores verdosos en lugar de azules puesto que era necesario entender el uso del color para narrar. La película se propone destruir la cordura de este personaje y de hecho ésta es una escena importante dentro de ese desarrollo narrativo, por lo que la decisión del uso de tonos verdosos viene de la asociación de este color a la maldad. Gilles Deleuze mencionaba que los colores tienen una connotación tanto positiva como negativa, por lo que también decidí agregar una capa general de color amarillo bastante leve para mezclarse con el verde sin otorgar un tono cálido a la imagen para transmitir la intención de locura a la que poco a poco el sujeto fue llevado en la historia de esta película.
El siguiente ejemplo es el fotograma seleccionado de la película de Alfonso Cuarón: Roma. En este caso mi primera reacción fue buscar tonos de color azul y cian ya que la imagen sucede en la noche. Sin embargo, volví a aplicar el proceso que antes mencioné: desglosar los elementos de la puesta en escena y discernir qué es lo que se está queriendo contar. Fue ahí cuando percibí a esta imagen como un infierno.
El personaje principal está consternado y junto a él se muestran esas hogueras que inundan el espacio con su luz, esto sumado a todo el humo que rodea al personaje me dieron las pautas para escoger una paleta de colores compuesta por capas con colores cálidos, amarillos, naranjas y rojos. Usé una sola capa de azules y morados para generar un micro contraste en las zonas más oscuras del fotograma.
Con este resultado comencé a entender la fuerza de composición del color en la mayoría de mis fotografías previas y cómo éste interfiere a la hora de construir toda una narrativa, más aún hoy que la tecnología es la que dicta el proceso creativo antes que la misma filosofía. Son las herramientas las que rigen nuestra manera de crear.
Este proceso abrió muchos caminos y perspectivas agregando como protagonista al color en el momento de plantear elementos funcionales para la expresión. Eso es precisamente lo que toda obra busca. No pretendo responder las preguntas que me he planteado previamente, pero me resultaron muy útiles para desarrollar la visión y lectura de una imagen.
Per áspera ad astra
Dorian Gabriel
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